Dikt Poema en onda corta
Con la radio venía la revolución.
Por las noches, cuando mi abuela dejaba
El responsorial y la estación católica
Interrumpía su señal,
La radio quedaba a la deriva
En la curiosidad del niño:
¿Quiénes eran los santos furibundos
Y quiénes los mansos pecadores?
«Condenamos
La grave orientación de la revolución vietnamita
Y el leve alzamiento de la revolución filipina.
Condenamos
La lejanía que advertimos en la revolución sandinista
Y el tímido apoyo de los afganos
A los tanques soviéticos.
Condenamos
El marasmo en que camina la revolución en Polinesia,
Y la interpretación vaticana a la furia del italiano.
Condenamos
La pésima interpretación de los comandantes búlgaros
Y la casa de caracol donde duermen
Los comandantes albanos.
No hay duda que la doctrina jamás será superada,
Así, que también condenamos
El enfriamiento de la pasión
En los camaradas moscovitas
Y el calentamiento prematuro
De las Panteras Negras en Louisiana…»
Con la abuela, llegaba el fin de la revolución.
Siempre me atrapaba trasnochando,
Cambiaba el dial y me reprendía.
Con tres padres nuestros olvidaba,
Según ella,
El evangelio prohibido
Que ya se filtraba en mis sueños.