Dikt Ii (libro de mario)
La muerte era una angustia lejana
Era un trámite extraño
Era ciertos rostros aturdidos y sus ojos
También solía ser el café oportuno a la hora en que las velas se van adormeciendo
Justo cuando dentro flota Dios en un murmullo de oraciones
Y en la acera de enfrente
Alguien pierde con visible enfado su última mano de póker
Así de ajena era la muerte
Hoy es
Una madrugada con neblina
Las pastillas intactas en la cómoda
Y un golpe en el corazón
Cuando suena el teléfono
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