Dikt Endecha mayor a artemisa
La imagen de las vírgenes en una ánfora después de muertas
Provocan espanto
Como los séquitos de enanas funerarias simulando tristeza.
En la ribera del Tanis las amazonas se quemaban un pecho
Para usar mejor el arco
Otras vagaban en las llanuras del Cáucaso o en los valles salvajes
Del Danubio.
Eran luciérnagas cuando salían con sus teas encendidas
En la noche de Artemisa, cazadora y casta,
En las ciénagas con un olor a sedimento y suciedad.
Heródoto de Halicarnaso en dos de sus nueve libros lo comenta,
Rastreando la veta de Milesio uno de los siete sabios de Hélade
Nada es espanto y todo es maravilla con el viento que viene de oriente
Y sus corceles se alborotan al llegar la tempestad,
Después que la niebla que desfigura las siluetas en las tinieblas.
Luego rezan y cantan con sus bocas bellas
Y se preparan entonces a adornar sus sexos para la primavera.
Pentesilea, y sus guerreras virtuosas, se hacen tatuajes en sus
Muslos y en sus pechos
las he visto antes de aparearse
Evitan la efusión de polen en sus oquedades,
Para perpetuar su excéntrica pureza.
Ellas enmudecen porque anhelan tener hijas cuando se acoplan,
No por capricho no por ritos sino por menstruación
En una comarca de hembras, desde el vientre un niño nace
Condenado a muerte.
Ninguna galantea ninguna se embelesa
O se apasiona después de la efímera proximidad carnal
En ciertos textos eruditos se habla que Aquiles, una vez que
Mató a Pentesilea
por socorrer a Príamo, en Troya
En el roce de su cuerpo, de sus labios mórbidos,
Se enamoró viciosamente de ella.
Sin embargo ya era crepúsculo en el territorio de la vida.
La apariencia de las inmaculadas en una vasija, ya fallecidas,
Causa escalofrío.
Como los cortejos de niñas fúnebres aparentando amargura.
Las doncellas guerreras se eliminaban un seno para ocupar mejor el arco
Nada es miedo y todo es magia cuando la ventisca retorna del levante
A las aguas del Termodonte, en Capadocia.