Dikt El pulso del rebaÑo
No sé de dónde viniste.
Te alzaste en la punta de mis días con iguales armas
Despeñadas,
Por todos los costados su libertad hiriente.
Nos encontramos cuando aún teníamos jardines en las
Manos.
Tu misma piedra la fui labrando yo.
Había que verter el fondo y mostraste el vaso,
De los racimos profundos me enseñaste el juego,
El pulso del rebaño descarriado de las palabras:
Había que vivir y nos dimos la mano.
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