Poesía española

Poemas en español


Dikt El hombre que cruza su segundo

Maldito disfraz. El que permanece en la célula.
Aquí, entre la lluvia de la mierda y los pájaros escarlatas,
Un prestidigitador de epitafios en el mínimo país de los sueños.
Me consume, en efecto, esta hambre literal de horizonte que hunde mis ventanas.
El hombre, al mundo, para engañar y ser engañado ha nacido,
Es decir, para orgasmos y horas administrativas. Tiene que existir, entonces, otro sol:
Uno que, plétora de agua, no queme, carbonice y ahogue, como lo hace el ojo pervertido del sin rostro,
A sus hijos bastardos amantes de la miseria.
Tiene que existir – escupo hacia arriba sin que me caiga en la cara – un astro con más intestinos,
Arterias y ventrículos que el perro de mi vecino.
¡Ah mi negra esperma derramándose en los muslos del silencio!
El hambre del hombre, sin mayores profecías que el tiempo,
Es el que posee siete cabezas con siete gritos fosforescentes.
Me cansa ensimismarme en el vómito de mi fiebre,
Castrarme el alma con los vidrios afilados del espejo roto e inmolarme,
Como lo hace el insecto cuando que la púrpura lámpara atrae,
En la luz artificial de la locura. Maldito puente.

Maldito puente. El que, tatuado y relleno de tierra, va del polvo al polvo.
A veces, cuando la noche entra a mi casa, un incendio de grandes proporciones se apodera de sus luces:
Ahí sus quemados fusibles, sus sangrientas ventanas, sus erosionados jardines, sus patios ensombrecidos,
Sus cielos falsos negros, adormecidos y embotados. Entre una y otra orilla, un parpadeo.
Entre la casa y el sol, un puente. Y tú, lector de espejismos,
Estás en esa blanca sala de espera atiborrada de juguetes, sexo y oraciones.
Estás tirando a la basura tus sonrisas, desperdiciando – mientras la nada llamea en las calles –
El parpadeo que el puente utiliza mientras, bajo sus podridas maderas,
Corre el agua nocturna con todas sus imágenes. Tiene que existir entonces, otro estadio,
Otra naturaleza dispuesta a tragarnos y, en su bello infierno de despojos, llevarnos a su útero de nubes,
A sus dunas de miel. Tengo que masticar este segundo. Mientras tanto,
Con todas las posibilidades de la imaginación, del buen Humor y la locura, voy consumiendo,
Quemando mis signos vitales, mis fusibles. Y vestido de extranjero cruzo el mundo,
Y extranjero y mundo soy yo. Maldito disfraz. Maldito puente.



1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (2 votos, promedio: 4,50 de 5)

Dikt El hombre que cruza su segundo - Alfonso Fajardo