Dikt Confusión (v)
Todo lo ha baboseado la grosera boca de tu pluma,
Oh secretario, levantator de actas en las penumbras
del siglo que de acaba.
Cada tiempo posee su sentido, el mundo está completo,
aunque no estés en él.
Fuego coges incluso de las miradas frías, tú que acumulas
nombres y rostros como amuletos contra futuras desgracias.
De buena gana cavarías una tumba para esta comarca,
sus fundadores y benefactores ;
salvarías únicamente el río, el volcán, los pocos árboles que
crecieron y morirán contigo,
que envejeciste buscando en vano una patria
y sólo hallaste un albergue donde pasar la noche.
Lejos de la pandilla todo es danza y movimiento, la soledad
te aclama para que en ella despliegues tus dominios,
lejos muy lejos de la hermosa obediencia.
Más allá de las frases grandilocuentes de la falsa emoción, se
aproximan sucesos que hasta aquí sólo habíamos percibido
débilmente.
No serán suficiente soberanía ni poder,
por eso, tal vez, sin percibir donde de juntan pasado y futuro
estás obligados a fijar esta pulgada de la vida en su lugar,
mientras la noche, como el gato negro
alcanzado por las senizas de la cocinera gorda,
huye despavorida
por el mismo sendero donde la muerte te observa entre flores
corruptas y bocanadas de olores putrefactos,
flancos hinchados y turgentes, frutas prohibadas
donde las babosas segregan su amarillenta saliva.
Apariciones furtivas, siluetas vagas, empleados insolentes de
poses desdeñosas,
viejos de paso incierto : la muerte que te exige apresuarte
a donar las serpientes con que escribes y dar cuenta
de todo aquello que en el mundo ha sucedido.