Dikt Billete
Los meses retroceden
al encuentro de tu nacimiento.
Quieren tocar la llaga de ese pasado
que insiste cual la pátina en los retratos.
Osan tocar la lámpara.
La que se enciende en tu vocabulario
para iluminar palabras y libros enteros,
certificados de dudoso bautismo,
rifles, carretes para la carga de mulos:
tus dos lunas de antaño.
¿Cómo entender cada capítulo
de esa tamaña tristeza?
Los meses retroceden, devorando
el desamparo de las edades, las horas inútiles
en la alcoba, las muertes inútiles.
Eso despierta
a los murciélagos en el tejado,
ahora libres,
de la casa inmersa en tu pasado.
Las raíces brotan
del fondo de soles mediterráneos.
Vienen quemando la piel,
inflamada su lava en los cabellos.
La interinidad era tu arrimo,
mas pasó como el viento en los retratos,
los besouros enormes y la raspadura
de las letras sobre la cama.
Las lluvias nacen ahora del alpende.
Los ríos mudan el curso de los meses,
despiden la geografía de las escuelas, quieren
fluir contra el pasado tuyo.
Un delito se presenta a la mejor virtud,
más casto el brillo. Tu cuerpo
Como si un aire, un aire de inútiles porqués
tocase sus novillos por el campo, ante
la soledad sin rebaño.
Tan grande decisión se fue dejando
en los balcones, en las mansiones
y en los parlamentos
de los ríos en disolución.
Hay sólo una tierra más allá.
A ella van todos, todos
los que pasaron, a ella
tus días también se irán.
Sin exceso, sin escándalo
las aves cruzan la nervadura
norte del hemisferio
con su mínima brújula
en las costuras.
Del primer hombre
en la sucesión de los evangelios
viene ese crimen.
En los brazos sientes
el peso de mil demonios,
los pecados menores de los santos
y la gracia de préstamo
de las prostitutas.
Todo eso retorna al calendario
para roer para siempre,
sellar para siempre
ese tan cordial billete
de despedida.