Dikt Mis transformaciones
¡Oh si a elegir los cielos
me diesen una gracia!
Ni honores pediría,
ni montes de oro y plata.
Ni ver el orbe entero,
postrado ante mis plantas,
después de cien victorias
sangrientas e inhumanas.
Ni de laurel ceñido,
al templo de la fama,
con una estéril ciencia,
orgulloso, me alzara.
Gocen en tales dones
los que infelices aman
comprar, con su reposo,
los sueños de esperanzas.
Yo, que mis días cuento
por mis amantes ansias,
a mi placer pidiera
que mi ser se mudara.
Cuando mi bien al valle
desciende en la alborada,
allí al pasar me viera
rosita aljofarada.
Rosita que modesta,
con suave fragancia
atrayendo, a sus manos
me diera sin picarla.
Y luego, allá en su pecho,
¡cuán gozosa y ufana
la nieve de sus pomas
con mi ardor realzara!
Después… después, ¿qué hiciera?
Sombra fugaz y vana
un sol no más sería
mi gloria y mi esperanza.
Tan pasajeros gozos
no, rosas, no me agradan.
Adiós, que al aire tiendo
mis rozagantes alas.
Mariposilla alegre,
imagen de la infancia,
en inquietud eterna
iré girando vaga.
Bien como el Iris bella,
frente a mi dulce Laura,
en un botón de rosa
me quedaré posada.
Ella querrá cogerme
y, con callada planta,
vendrá, y huiré, y, traviesa,
la dejaré burlada.
¿Y si el rocío moja
mis tiernecitas alas?
Me sigue, soy perdida,
me prende y me maltrata.
¡Si al menos expirando,
con trémulas palabras,
pudiese, venturoso,
decirla: yo te amaba!
No. Cefirillo suelto
volaré a refrescarla
cuando el ardiente agosto
las praderas abrasa.
Ya enredaré, jugando,
sus trenzas ondeadas.
Ya besaré, al descuido,
sus mejillas de nácar.
Ora en eternos giros,
cercando su garganta,
en sus hibleos labios
empaparé mis alas.
O bien, si allá en la siesta,
dormida en paz descansa,
yo soplaré en su frente
mis más suaves auras.
Y cuando más se pierda
su fantasía vaga,
umbrátil sueñecito
me iré a ofrecer a su alma.
¡Oh cuánta dulce imagen,
cuántas tiernas palabras
allí diré, que el labio
quiere decirla, y calla!
Más favorable acaso
que pienso yo, a mis ansias
sonreirá: ¿quién sabe
si mis cariños paga?
¡Oh si a mi amor eterno
correspondieses, Laura!
Por todo el universo
mi dicha no trocara.
ídolo de mis ojos,
diosa de toda mi alma.
¡Pagarásme!, y al punto
cesarán mis mudanzas.