Dikt Valle de elqui
Al final de una larga hondonada
Entre montes ásperos donde, el desierto de Atacama
Se detiene sólo por una chifladura: el Valle de Elqui
Con magulladuras en el alma, eran días tensos,
De vicios crueles simulando euforia
Que se derramaban en rigurosas apatías.
Tenía monstruosas pesadillas que me parecían semejantes:
Margaritas voraces que se expandían en mis raíces
Y luego trepaban hasta el cerebro y me aniquilaban
Con la blancura de sus pétalos
El sol era una entelequia traslúcida en tanta tierra árida
En aquel predominio de alucinaciones minuciosas,
Por la altura y los vientos tramontanos
O en los miedos que me mantenían insomne
Desbarrancándose entre el Pisco y las neuronas.
El verano renunciaba poco a poco a ser cálido
Las galaxias se acercaban en la noche como racimos de uva
Que se podían coger con las manos.
Los montañas tocaban con sus cumbres las estrellas
Palpó mi mente el cruce de los Cárpatos
En un Taunus estrafalario del sesenta y dos
Como un recuerdo extravagante y remoto
En una noche de luna nueva en el otoño setenta y cinco.
La soledad era la misma pero con un espacio diferente
Margaritas silvestres que se propagaban en mis cimientos
Y en seguida, ascendían hasta mi cabeza y me abatían
Con la pureza de sus corolas.
Las constelaciones eran una presencia diáfana en este
Suelo estéril y sus elevaciones
Los espejismos dispersados por todas partes
Y la fosforescencia de los astros se revertía
En implacables espectros.
El Valle de Elqui al fondo de una extendida angostura
Y yo intranquilo en la solidez de la altiplanicie
Con mis artificiosos espantos.